Papás Creativos, niños más felices: El Planeta de los Miedos

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18•Abr•2024

Emiliano no gritó. Tampoco lloró. Seguro quiso hacerlo, pero se contuvo. Eran las 7 de la mañana, su papá lo acababa de subir al microbús del jardín infantil, lo acomodó en el asiento y le abrochó el cinturón de seguridad; luego le dio un beso en la frente sobre su capul. El niño sonrió.

Tres segundos más tarde sintió cómo su compañerita de ruta, que iba en el asiento trasero, le agarró el pelo y tiró de él con toda su fuerza. Tal vez la niña tuvo envidia porque su papá no le dio un beso, tal vez solo quería llamar la atención. El papá de Emiliano, ya abajo del vehículo, solo le gritaba que lo soltara, hasta que la profe logró hacerlo. Las lágrimas se avistaron en los párpados de Emiliano, pero jamás salieron. Hubo un largo silencio y un largo regaño de la profe para la pequeña atacante.

El jalón de pelo fue doloroso también para su papá, que no entendía el porqué del ataque y menos aún la razón por la que su hijo no lloró. Pensó que tal vez pudo ser aquella lapidaria frase que pronunció su abuelo cuando el niño era más pequeño, después de haberse pegado en la rodilla: “¡Sea machito, mijo, los hombres no lloran!”; tal vez quería parecer fuerte, tal vez no quería que los demás niños, o su papá, lo vieran llorar.

Una noche, meses más tarde, Emiliano jugaba con su hermanito y su mamá en la sala de la casa. De repente su papá puso la música de la película '2001: Odisea en el espacio', apagó la luz, se sentó en el sofá y dando unas palmaditas sobre el cojín los invitó a todos a sentarse. Luego les dijo que se pusieran el casco invisible y el cinturón de seguridad, pues la nave iba a despegar. “Iremos a ese planeta rojo que se ve allá a lo lejos, y quiero que vayan pensando en el miedo más grande que tienen, porque al llegar bajaremos el miedo al planeta y lo dejaremos ahí”.

Al llegar al planeta, el papá dijo: “yo tengo miedo de quedarme sin trabajo. Emiliano agregó: yo tengo miedo de que a mi hermanito le jalen el pelo”.

Durante el viaje de regreso la familia notó cómo los miedos se perdían en aquel diminuto planeta rojo; luego se abrazaron, lloraron y sonrieron dentro de sus cascos invisibles de astronauta.

Por: Fernando Escobar Borrero Escritor, conferencista y creativo.Correo electrónico: papascreativos@gmail.com

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(Este escrito fue publicado en el diario El Tiempo)