Con los sonidos ancestrales de la quena, la antara, la pijuano, el bombo, la flauta y el charango, la comunidad kichwa dio inicio a la celebración del Hatun Puncha, también conocido como Inti Raymi o Fiesta del Sol, en el tradicional barrio Normandía, al occidente de Bogotá, mi Ciudad, mi Casa. La ceremonia se abrió con la interpretación de Chaki, Chaki, que en quechua significa “pie”, en un homenaje sonoro a la tierra y sus ciclos.
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La fiesta mayor, que se celebra durante ocho días, comenzó en la Casa de Pensamiento Intercultural Wawakunapak Yachahuna Wasi de la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS), donde se atiende a la primera infancia, y se extenderá a cada uno de los hogares de esta comunidad.
El escenario, engalanado con frutas, pan, velas, palo santo, totumas, aguayo, plantas medicinales y las familias de la Casa de Pensamiento, hizo parte del inicio de la celebración más importante de la comunidad kichwa. Su objetivo principal: que los niños y las niñas aprendan sobre el Inti Raymi, o la fiesta de la cosecha del maíz, como lo explicó el taita Alfonso Teherán.
“El Inti Raymi termina en las vísperas de las fiestas de San Pedro y es la celebración más importante de los pueblos andinos en agradecimiento a la madre tierra, al padre sol, a todos los elementos que nos dan nuestros alimentos, como la cosecha de maíz, y bailamos zapateando para que despierte la tierra”, explicó el taita.
Con la coordinación del taita Alfonso y música suave de fondo, se inició la ceremonia del amarre del sol, acompañada de un recuento sobre cómo se vive esta tradición en el territorio de Otavalo. La jornada incluyó la limpieza espiritual y la ofrenda a la Pachamama en agradecimiento por las cosechas recibidas.
Las profesionales de sala materna y caminadores continuaron con la representación de la ceremonia de purificación y sanación, orientada a renovar energías y expresar devoción, petición y agradecimiento mediante la limpieza corporal, mental, emocional y espiritual.
De acuerdo con la pedagoga Andrea Villamil, “se festeja la fiesta de agradecimiento a la tierra y al sol por todos los alimentos y lo vivido durante el año. Lo hacemos encontrándonos todas las familias, todas las generaciones: adultos, niños, mujeres y mayores. En el caso de la Casa de Pensamiento, nos unimos las maestras, el sabedor, coordinadores y demás funcionarios a celebrar y a encontrarnos como humanos”.
Continúa la música instrumental de fondo y se priorizan elementos como la casa, los alimentos e instrumentos, tomando como lugar sagrado la casa comunal. Allí se realiza una ofrenda rogativa porque el tiempo se ha equilibrado y se entra en un ciclo de alerta, diálogo y relación permanente, donde los niños y las niñas tienen su espacio para entregar su fuerza, alegría y energía con su zapateo y gritos. Con ese zapateo le dan a la tierra la fuerza de su ser y recuerdan a la madre tierra que su comunidad está presente.
Al ritmo de la música, las profesionales responsables de prejardín y jardín representaron el principio andino según el cual la mujer es el complemento necesario del hombre: par, proporcionalidad y equilibrio. La jornada concluyó con grupos que compartieron alimentos y bebidas, cerrando así con encanto la representación de esta gran celebración del Inti Raymi o Fiesta del Sol, que se desarrolla durante ocho días.
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